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Reciclar sí, pero no así

7 julio, 2010 Deja un comentario

Llevo tiempo dándole vueltas a la cuestión del reciclado, o cómo ciertos sectores (o ciertas empresas) son capaces de utilizar argumentos como la ecología en beneficio propio (y no hablo precisamente del beneficio derivado de facilitar una vida más acorde con la naturaleza). Se me ocurren dos ejemplos muy claros:

1. Las bolsas «no biodegradables» que solían facilitar ¿gratuitamente? los supermercados de las grandes superficies. Resulta que ahora esas bolsas son la cosa más perjudicial que tenemos sobre la faz de la tierra, y, para salvar el planeta, han decidido dejar de facilitarlas… a cambio nos ofrecen la posibilidad de utilizar, por un módico precio, eso sí, bolsas reutilizables más «ecológicas». A ver si lo entiendo: los supermercados se ahorran todos los gastos derivados de las bolsas anteriores, y los sustituyen por ingresos derivados de las nuevas bolsas. Eso por no añadir que la mayoría de la gente utilizábamos esas bolsas como «bolsas de basura», por lo que ahora también tendremos que comprar las bolsas de basura (bolsas que, por cierto, a nadie parece importarle nada que sean reciclables o biodegradables). Negocio redondo para los supermercados… Igual es que soy un poco ingénuo pero me pregunto que si tan preocupados están estos amables señores por la ecología, ¿por qué no, simplemente, sustituyen las bolsas no biodegradables por otras que lo sean y las siguen proporcionando con la compra (no me atrevo a decir «gratis», porque creo que gratis no nos dan ni la hora)?

2. El reciclado de basuras en las ciudades. De nuevo, el negocio parece redondo para algunos, y no tan redondo para nosotros, los usuarios. Resulta que los ayuntamientos nos suben la tasa de basura para asumir los costes del reciclado (y mejorar el planeta)… para reciclar según sus normas, ahora tenemos que molestarnos en separar la basura como les convenga y llevarla a contenedores especiales (no simplemente dejarla en el cubo al lado de la puerta); si el contenedor está lleno (cosa que ocurre cuatro días a la semana) tienes que volver otro día porque si te pillan dejando los cartones al pie del contenedor, te cascan una multa. Esa basura la recoge alguien, se recicla… ¡¡y se reutiliza!! Es decir, que, aparte de la molestia y el sobrecoste, todavía alguien consigue ingresos adicionales por los resultados del reciclado… impresionante. ¿Alguien se apuesta a que esos beneficios no los consigue el sector público? Por cierto, a los grandes generadores de material para reciclado (por ejemplo, los supermercados), les recogen el material en su puerta y se lo pagan.

Y no estamos entrando en el detalle de los procesos de reciclado, pero imagino que, por ejemplo, el vidrio deberá separarse por tipos o calidades, para luego refundirlo y volver a utilizarlo… hace 40 años ya existía reciclado del vidrio, aunque se llamaba reutilización… y era bastante más eficiente: cuando ibas a comprar una bebida, debías devolver el recipiente de la bebida anterior… ¿por qué no volvemos a un modelo similar, seguramente mucho más barato? En este interesante post llamado «La caja de frutas reutilizable«, el autor nos analiza que la opción de la reutilización puede ser mucho más interesante al menos en algunos casos (obviamente, parece que una combinación de ambas alternativas nos dará los mejores resultados).

Personalmente he decidido que me niego a aceptar esta situación. Mientras haya supermercados que sigan facilitándome bolsas de basura gratis, iré a ellos (de hecho, algo se debe de estar notando porque el resto están reconsiderando volver a facilitar bolsas «gratuitamente»). Quien quiera hacer negocio a costa de explotar la conciencia ecológica de la gente, que no cuente conmigo…

Tanta tecnología, tanta ecología, tanta fachada… y tenemos la respuesta, como tantas veces, en lo que hacíamos bien hace años y, por algún motivo que no termino de entender, hemos dejado de hacer…

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Categorías: ecología, hogar, sociedad

¿Qué debe tener mi tele nueva?

14 junio, 2010 2 comentarios

Si ya hemos decidido renovar nuestra vieja tele (continuando con el tema que ya inicié en este otro post), me gustaría compartir mi opinión sobre las características que debería tener cualquier tele que estemos pensando en comprarnos en lo que queda de año; la idea es evitar que se nos quede obsoleta, al menos, en los tres siguientes meses.

Hay tres características que, a pesar de lo que pueda parecer, influirán muy poco en nuestra decisión: el sonido y el tamaño y resolución de pantalla. Todas las marcas ofrecen ya un sonido más que aceptable (que podemos fácilmente mejorar poniendo un equipo auxiliar si lo necesitamos) y tamaños de pantalla adecuados al sitio donde vayamos a verla. Sobre la resolución hay muy poco que decir: sólo podemos buscar equipos 1080p que soporten frecuencias de cuadro de 24p (24 imágenes por segundo, imprescindible para poder ver cine sin comprimir).

Otro tema poco importante desde mi punto de vista son los posibles pos-procesados de imagen propios de cada marca (reducciones de ruido, mejoras en el movimiento, etc.). A pesar de que casi todas las marcas los incluyen y los publicitan como elementos diferenciadores frente a la competencia, casi todos los expertos coinciden en que, salvo en determinados casos (ciertos contenidos muy concretos), lo mejor que podemos hacer es desconectarlos todos.

Un punto que considero bastante más importante es la tecnología de pantalla; creo que hoy en día hay pocas dudas: ni LCD ni plasma… sin duda, LED. Y aquí tenemos varias ofertas de diferentes fabricantes… ya será una cuestión de gustos de cada uno. Lo mejor es intentar ver funcionando todas las opciones que consideremos… pero cuando hagamos esto, ojo con dos cosas: los contenidos que estemos viendo deben ser de calidad similar en todos los casos (no veamos en un aparato TDT y en otro un bluray), y la ecualización de color que esté configurada (mejor si es la que viene por defecto). Ojo con las medidas supuestamente objetivas que nos facilitan los fabricantes (ej: contraste, luminosidad); aunque pretendan que parezca lo contrario, no se trata de algo estandarizado por lo que no en todos los casos se toman de la misma manera. La mejor forma de decidirnos es viendo la tele encendida (aconsejo que nos fijemos especialmente en la calidad del color negro)…

Otro tema a considerar es la frecuencia de refresco de la pantalla (los famosos 200Hz, 400Hz, 600Hz). En general, cuanto más, mejor… pero a veces es complicado identificar si una velocidad de refresco muy alta llega a aportar algo realmente y merece, por tanto, que paguemos un precio más alto. Una variante quizás más interesante que incluyen algunos fabricantes es entrelazar «pantallas negras» entre cada cuadro mostrado, con el fin de reducir los efectos de estela. Ésto era muy útil en el plasma, por su tiempo de respuesta más alto, pero no sé si es realmente útil en los LED…

A partir de aquí entramos ya en lo que podríamos llamar «refinamientos». Uno de estos añadidos que se está haciendo cada vez más imprescindible es la conectividad en red. Cualquier tele de más de 37″ que nos compremos hoy en día debe contar, necesariamente, con conectividad Ethernet y certificación en el protocolo DLNA para permitirnos compartir contenidos dentro del hogar. Puede ser por WIFI (imprescindible clase n) o por cable (que podemos complementar con un par de PLCs), pero debemos contar con esta funcionalidad para, por ejemplo, acceder a contenidos almacenados en nuestra red doméstica (en nuestro PC o en un disco duro conectado directamente a red). Desde mi punto de vista, y con los contenidos actuales, la conectividad de los televisores a Internet está bastante poco explotada, con escasos contenidos, y de escasa calidad (poca resolución y mucha compresión, más adecuados para terminales pequeños tipo PDAs que para la tele del salón), aunque esta situación sin duda comenzará a cambiar en breve (ahí viene el tío Google con su propuesta).

Una derivada inmediata del punto anterior es la capacidad de la tele para reproducir archivos audiovisuales de cualquier tipo (tanto fotos como videos en distintos formatos: mp4, avi, mkv…). También debe poder decodificar diferentes tipos de audio, fundamentalmente AC3 y DTS tanto en su versión «estándar» como la versión para altar resolución.

La conectividad de la tele debe complementarse con tantos puertos HDMI como sea posible (4 mínimo), soportando una versión lo más alta posible (1.4 mejor que 1.3). Adicionalmente, sería importante disponer de al menos una entrada y una salida de audio digital (preferiblemente óptica, aunque coaxial también serviría). Las conexiones analógicas son cada vez menos importantes, aunque pueden facilitarnos la vida con algún cacharro antiguo que tengamos (un DVD, una cámara de video, etc); raramente encontraremos teles de este nivel con más de un conector SCART (también llamado «euroconector» o «el peor conector jamás inventado») y un conjunto de conectores coaxiales para entrada de video y audio analógicos. Un punto importante es la compatibilidad con el protocolo HDCP asociado a la conectividad HDMI: si vais a utilizar la tele con Digital+, es muy recomendable que primero les llámeis y les preguntéis si han probado vuestra tele con su descodificador de alta definición (el estándar HDCP deja algunos puntos abiertos a la implementación, y puede dar problemas; una de sus pocas utilidades hoy en día es, precisamente, con Digital+).

Por terminar con el tema de la conectividad, deríamos contar también necesariamente con al menos un puerto USB para poder conectar un disco duro externo con contenidos. Hay que tener en cuenta que los contenidos en HD suelen requerir archivos grandes, por lo que el disco debe poder estar formateado en NTFS ó HFS+ (para Mac).

Por lo que respecta a los sintonizadores, deberíamos incluir, necesariamente, compatibilidad con TDT de alta definición (HDTV) y, si fuera posible, también un sintonizador de TV digital por satélite que permita disponer de estos contenidos simplemente añadiendo una tarjeta PCMCIA (doy por descontado que la tele tendrá lector PCMCIA porque, desde la aparición de GolTV, casi todas la tienen ya) y la tarjeta de abonado de la plataforma de turno (en España, sólo Digital+). Si no disponemos de cualquiera de estas capacidades, posiblemente acabaremos teniendo que utilizar una de nuestras valiosas entradas HDMI para conectar un descodificador…

Un añadido desde mi punto de vista quizá algo menos interesante es la capacidad de grabación incluida en la televisión. Si os decidís por incluirla, debéis tener en cuenta dos cosas: el tamaño del disco duro (o si permite conectar discos externos para grabación, a través de un puerto USB) y la existencia de al menos dos sintonizadores para permitiros grabar un programa mientras veis otro.

Dejo para el final el tema estrella: ¿con o sin 3D? Sobre este punto, por ahora, no puedo pronunciarme… el coste del 3D suele estar en torno a un 10% del precio de la tele, a lo que habría que añadir el coste de las gafas y de un bluray 3D… es una cantidad importante para justificar un volumen de contenidos muy bajo hoy en día y no siempre bien producidos o adaptados para ser vistos en 3D. La tecnología, además, se está desarrollando con un nivel de estandarización muy bajo, lo que hace prever cambios significativos a medida que vaya madurando. Parece, sin embargo, que es la gran apuesta de futuro de los fabricantes para desarrollar el negocio audiovisual doméstico…

Como véis, hay un montón de detalles a tener en cuenta aparte de «las pulgadas» de la pantalla. Si consideramos todas, podemos irnos a unos precios en muchos casos prohibitivos, pero si nos dejamos fuera algo importante, podemos encontrarnos con una inversión que se ha quedado obsoleta en apenas un par de años… Creo que un momento bueno para comprar una tele nueva, si no tenemos grandes novedades entre medias, puede ser finales de este año, cuando la oferta de 3D haya madurado un poco más y se haya clarificado su evolución.

Buena suerte y buena caza !!

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Categorías: hogar, tecnología, tv, video